La historia de la PAC en 1272 palabras

La Política Agraria Común (PAC) ayer, hoy y mañana

Hija de las políticas agrarias nacionales vigentes sobre todo en Francia y Alemania en la posguerra, la PAC fue el resultado de un acuerdo político fundamental que garantizaba a la vez:

  • Unos precios agrarios garantizados elevados para que los agricultores alemanes (importe soporte político de la Democracia Cristiana germana) no sean los perdedores de la Europa agrícola y
  • la falta de protección en la frontera para toda una gama de productos que no se producían, con el fin de no penalizar innecesariamente a los consumidores.

 Europa pagará muy caro este acuerdo inicial que se reveló un error mayúsculo. .

 

La PAC productivista

 

La primera PAC, la PAC productivista, fue  una mezcla explosiva compuesta por unos precios elevados; unas garantías ilimitadas de compra por las autoridades públicas de los excedentes producidos por los agricultores y el desequilibrio en la protección en frontera. Por un lado, se desincentivaba el consumo con precios altos y poniendo en el mercado productos sustitutivos (en el caso de los cereales) a precios internacionales:

 

Ya en 1968, el Comisario Mansholt señalo que la productividad agraria aumentaba en un 7 % anual, mientras que la demanda solo aumentaba en  un 2,7 %, con tendencia a desacelerarse. No obstante, los Estados miembros no estuvieron dispuestos a coger el toro por los cuernos.

 

Se buscaron muchos subterfugios para no abordar las cuestiones de fondo. Y hay que reconocer que la Unión Europea fue creativa. Entre ellos, cabe citar las tasas de corresponsabilidad; las tasas de corresponsabilidad adicionales; las primas para la incorporación de los cereales en la alimentación animal; los umbrales de garantía; las cantidades máximas garantizadas con o sin límite; la creación de un nuevo precio, el precio de compra de intervención, equivalente al 94 % del antiguo precio de intervención»; las destilaciones obligatorias, voluntarios y de buen fin; la retirada de tierras voluntaria...

 

De nada valió; Dado que los precios garantizados se seguían situando por encima de los costes de producción y que las compras públicas garantizaban un comprador a los productos, la maquinaria de producir excedentes seguía embalada. Hubo que esperar hasta 1984 para que, en el sector lácteo se implantaran cuotas.

 

A finales de la década de 80, la producción de cereales aumentaba en 2 millones de toneladas anuales, mientras que el consumo disminuía en otros 2 millones. Los alimentos importados baratos dieron una ventaja comparativa a la ganadería situada a proximidad de los puertos, rompiendo la simbiosis tradicional entre  agricultura y la ganadería, transformado un recurso (el estiércol) en un problema (la contaminación por nitratos).

 

La búsqueda de la competitividad

 

Los productores producían. Europa compraba todos los excedentes; debía incluso alquilar barcos en los puertos para almacenar los cereales, pues todos los silos estuvieran llenos y subvencionaba sus exportaciones. El presupuesto agrario aumentaba y  empezaba a ser una cuestión extremadamente sensible en el plano político.

 

La presión interna aumentaba pero nunca lo suficiente para que se adoptasen medidas drásticas. La puntilla vino del fracaso de las negociaciones de la Ronda Uruguay del GATT y del panel que los Estados Unidos ganaron en este foro en contra del sistema europeo de apoyo a las producciones oleaginosas.

 

 

La reforma de 1992, y su hermanito pequeño, el Agenda 2000, si que abordaron el fondo del problema. Dado que no era posible reequilibrar la protección en frontera para gravar las importaciones de productos sustitutivos de los cereales, había que proceder a un reequilibrio interno, es decir, bajar los precios de los cereales para que vuelvan a ser competitivos. Esta bajada de precios hizo más competitivas las carnes blancas (los cereales con «patas» como el porcino y pollos). Por tanto, hubo que reducirse también los precios del vacuno  para mantener el equilibrio entre las carnes. Para hacer aceptable el cambio, se establecieron ayudas compensatorias a la hectárea o a la cabeza de ganado, muy similares al sistema estadounidense de entonces, lo que ayudó en las negociaciones internacionales.

 

La reforma de 1992 intentó también, entre otras cosas, sin éxito limitar las ayudas a los grandes agricultores y promover una agricultura más respetuosa del medio ambiente. No solo se instauraron las medidas agroambientales (una nueva legitimidad para apoyar a los agricultores), sino que el descenso de los precios de los cereales cambió la lógica económica de los productores. La producción máxima no equivalía automáticamente a la mejor rentabilidad posible. A partir de entonces, fue necesario hacer cuentas, razonar los insumos, repensar los itinerarios técnicos.

 

Pero, desde el punto de vista conceptual, el mayor mérito de la reforma de 92 fue el hacer transparente el apoyo público a la agricultura. Ahora, las ayudas directas y sus importes son conocidos y sus beneficiarios en la mayoría de los casos también. El debate de política agraria se ha extendido más allá de la esfera «agricolo-agricola». A partir de entonces, los defensores del medio ambiente, los defensores del bienestar de los animales, los contribuyentes, los consumidores, las ONG de ayuda al desarrollo, el mundo médico, participan activamente en los debates.

 

El Agenda 2000 dio visibilidad y autonomía al desarrollo rural e implantó la primera, aunque limitada todavía, condicionalidad de las ayudas al respeto sobre todo de las reglas medioambientales y de bienestar de los animales.

 

La búsqueda de la competitividad culminó con la segunda gran reforma de la PAC –en el 2003 y 2004 — y su hermanito pequeño, el chequeo médico de 2007. Gracias a ellos, la agricultura europea  no fue ya un factor de bloqueo de las negociaciones internacionales en la Ronda de Doha. Su parálisis actual no  puede ser imputada a la Europa agraria. El mundo agrario ha entendido que su futuro se consigue en los mercados.

 

Construir la PAC de la diversidad y de  la transición ecológica

 

Una vez finalizada la larga marcha para resolver los errores de diseño de la primera PAC y una vez garantizado el mantenimiento de una política agraria común se abrió una nueva fase que podría denominarse: “la PAC de la diversidad”, para mantener unas agriculturas activas y diversas en territorios diversos, con agricultores diversos, orientados a mercados diversos: mercados internacionales y mercados locales; ventas directas y a supermercados; circuitos cortos; agricultura integrada y ecológica; agricultura empresarial y familiar; agricultura comercial, de semisubsistencia y de subsistencia; agricultura nórdica y mediterránea, continental y marítima…

 

Además, debe reforzar su legitimidad en torno al principio “dinero público para bienes públicos”, ayudando a los agricultores (y a toda la cadena alimentaria) a hacer frente al desafió de la necesaria transición ecológica para hacer frente al cambio climático

 

Esta diversidad conduce a políticas públicas (en nuestro caso, una política agraria común) más flexible y más adaptable a realidades diferentes. Se mantiene una red de seguridad de la intervención pública en los mercados para ayudar a los agricultores a hacer frente a los tsunamis. Pero, por otro, ellos deben organizarse a nivel de la explotación y colectivamente, para hacer frente a las mareas.

 

El apoyo a la transición ecológica se manifiesta a través de las ayudas agroambientales, la condicionalidad  medioambiental y el respeto de superficies de interés ecológico y de una mínima diversidad de cultivos.

 

La PAC post-2014, promovida por el Comisario Ciolos, representó unos pasos adelante en este camino aunque queda mucho trecho por recorrer. Los retos de los años venideros serán principalmente el de la adecuación del derecho de la competencia para tener en cuenta los desequilibrios de la cadena alimentaria; el concentrar el apoyo público en aquellos agricultores que sean protagonistas activos de la transición ecológica y el culminar el proceso de apoyo a las distintas agriculturas europeas.