A vueltas con los organismos genéticamente modificados

El 29 de enero pasado, tuvo lugar en Sevilla un emocionante homenaje al  Ministro Irlandés de agricultura, Simon Coveney. El Instituto de Cuestiones Agrarias y Medioambientales (ICAM)  le rindió un merecido reconocimiento por su labor como Presidente del Consejo de Ministros Europeos en la negociación de la nueva PAC.


A continuación tuvo lugar una interesante mesa redonda sobre "La PAC como instrumento para un sector agrario estratégico, productivo y sostenible" que contó con interesantes ponentes como Ramón Tamames (que no requiere presentación); Miguel Suarez-Cervieri, responsable de negocios de BASF España; Soledad de Juan, directora de la Fundación Antama, y con un servidor. Como no podía ser de otra manera, el tema de los organismos genéticamente modificados surgió con fuerza en el debate. Me parece una buena ocasión para explicitar algunas de mis verdades sobre el tema.


1.    Existe un amplio acuerdo entre el mundo científico sobre las potencialidades positivas que pueden aportar estos cultivos para conseguir producir más con menos.


2.    Existe en muchas opiniones públicas europeas fuertes reticencias ante unas innovaciones técnicas, en el mejor de los casos juzgadas innecesarias cuando no potencialmente peligrosas para la salud humana o animal, el medio ambiente o los agricultores familiares.


3.    Aunque una semilla OGM haya superado todos los procesos científicos y sanitarios pata su homologación,  no parece razonablemente democrático que se pueda imponer su cultivo a una opinión pública nacional que está en contra. Este es el sentido profundo del último cambio legislativo acontecido en Europa.


4.    Tiene perfectamente sentido que un producto esté autorizado para su importación y consumo en Europa (si no hay problemas desde el punto de vista del consumo) y no para su producción (si las conclusiones en cuanto a su potencial impacto medioambiental no son tan concluyentes).


5.    Un importante desfase entre el ritmo de autorización europea al consumo y el desarrollo de los cultivos en el mundo, es problemático para la ganadería europea que requiere de la importación de gran cantidad de materias primas (en particular proteínicas).


6.    Es obvio que uno de los objetivos de la Política Agraria Común (PAC), el asegurar el abastecimiento de la población europea, no se está cumpliendo en cuanto al abastecimiento proteico se refiere.


7.    Un déficit de esta magnitud solo se puede abordar mediante una combinación de  acciones, entre otros, sobre el nivel de consumo de carne, excesivo ya hoy desde el punto de vista dietético; los  modos de producción y alimentación del ganado; el fomento de cultivos proteicos en Europa y un ritmo razonable de autorizaciones de importaciones.


8.    La coexistencia de cultivos genéticamente modificados y 'tradicionales" plantea problemas de convivencia entre vecinos agricultores que no parecen totalmente resueltos.


9.    Esta misma coexistencia obliga a una segmentación de los mercados y un etiquetado para informar al consumidor. El gran problema es quien asume el coste de dicha segmentación. En los Estados Unidos, son los productores "convencionales" ya que la inmensa mayoría de los productos no genéticamente modificados se comercializan hoy como ecológicos. En Europa, queremos que sean los productos portadores de la innovación quienes asuman el coste.


10.    Una técnica no es ni buena ni mala, depende como se utilice. Todas son portadoras de grandes esperanzas y grandes peligros. Por esto, un análisis ponderado producto por producto facilitaría un debate ponderado. Por ejemplo, no es lo mismo una remolacha para biocarburante que un maíz de consumo animal o humano.


11.    En el fondo, estamos también debatiendo mucho más que la aceptabilidad de una técnica. El debate aborda la relación entre el hombre y la naturaleza, por ejemplo mediante la multiplicación de patentes sobre los organismos vivos;  entre los agricultores y las industrias de suministros, aumentado la dependencia de los primeros con respecto a los segundos;  el tipo de explotación agraria que queremos, ya que este cambio tecnológico es más accesibles a los grandes agricultores y les facilita la realización de las labores.


Estamos ante un debate de sociedad que tiene sentido fomentar desde el respeto de las posiciones de cada uno, rehuyendo de los descalificativos tan frecuentes (trogloditas versus Frankenstein), con ganas de escuchar y de comprender.